21 de diciembre de 2010

Papá Noel también en crisis, como otros muchos


De lo que se oye en la ciudad sobre la crisis yo escucho todo, pienso sobre la mitad, y de todo ello me quedo con un cuarto. Pero no nos alarmemos antes de seguir leyendo: la situación es la que es, todos lo sabemos, así que no hay necesidad de ponerse ahora a discutir sobre los efectos o los "no-efectos" de este desastre. Lo que pasa es que hay veces que me pongo a pensar si es cierto que todo está tan mal como dicen, porque como ya adelantaba antes, sólo me creo un trocito pequeño de la información.

Me explico, para evitar conjeturas. Miércoles a las 20h en la taquilla del cine: "no, lo siento, para la sesión de las 20h está todo agotado". La chica era muy amable, que una cosa no quita la otra, pero ¡vaya!, probemos en otro lado. Hago click en una famosa página de compra de entradas por internet. Quiero ir al teatro en una fecha cercana, pero resulta que el dibujito que me muestra el patio de butacas ya está casi lleno de muñequitos. Me cuesta encontrar tres sitios seguidos en una misma fila. Bueno, vayamos entonces de copas a ver si hay algún sitio en el que se pueda entrar, o a tomar unas tapas a un restaurante que aún tenga mesas libres...

Todo esto tiene dos posibles lecturas (elijan la que más les guste):
1. No es tan fiero el león como lo pintan, lo cual es bueno, pero no es del todo cierto.
2. El mercado no está paralizado por la crisis, sino que seguimos consumiendo y eso es fantástico para la economía.

Pero justo cuando estaba yo en medio de estos pensamientos (y de otros muchos, porque no pienso en una sola cosa todo el tiempo) llegaron a mis oídos nuevos datos. Como escuchar, yo escucho el 100%, me puse a ello.


Resulta que tengo familia que trabaja en unos grandes almacenes, y me comentan que parece ser que este año no se han escrito tantas cartas a Papá Noel, y que las ventas que el año pasado se hicieron por estas fechas no han llegado esta vez. En resumen: parece que la crisis se nota, vaya si se nota. No sólo en el hecho de que ciertas tiendas no ingresen lo acostumbrado (lo cual, no nos engañemos, no indica pérdidas, sino menos beneficios), sino también porque eso nos lleva inevitablemente a lo siguiente: hay menos dinero en las familias.



A mí me parecía difícil que con la que está cayendo se vendan todos esos fabulosos y carísimos aparatos tecnológicos nuevos que nos meten por los ojos en los anuncios de la parada del autobús. Y con todo y con eso, hay que reconocer que a pesar de que llueva o diluvie (no solo en términos meteorológicos), siempre hay más de uno dispuesto a pasar la madrugada esperando a que abran la tienda en cuestión y ser de los primeros en tener el nuevo chisme. De ahí mi escepticismo al respecto de la situación económica. Pero como decía, no se cumplen los objetivos porque hay menos dinero, ergo este año habrá menos regalos.

Parece seguro que ha habido recortes en las familias, y aquellos que se pasaron al bando de Papá Noel (ese que trae regalos antes para que los niños puedan jugar con ellos durante las vacaciones) para celebrar dos fiestas y tener el doble de regalos, vuelven al lado de la tradición española. Sí, me refiero a esos otros señores, tres para más señas, que vienen en camello, que son parte de nuestra tradición y que nos traen regalos justo antes de empezar de nuevo el colegio (¡vaya por Dios!).


Para concluir, veo muchas posibles ventajas que asocian las navidades con la crisis que vivimos, y eso no es del todo malo, porque no hay mal que por bien no venga. Recuperar un clásico español como Los Reyes Magos me pareció buena idea para un post, pero hay más detrás de todo esto una vez que se reflexiona.

Quizá este año nos demos cuenta de la situación de muchas familias, las que eventualmente están pasando una mala racha en nuestro país (porque esperamos que esto remonte antes o después), y las personas que la llevan pasando desde que nacieron en otros muchos países extranjeros. Menos regalos significa más conciencia del problema, implica solidaridad por parte de todos al respecto, además de que valoraremos lo que recibamos mucho más que veces anteriores. Un regalo es una muestra de afecto, pero el verdadero cariño de los nuestros lo sentiremos al estar a su lado en las celebraciones, y como decía cierto anuncio, eso no tiene precio. Además, ¿qué podemos desear, qué podemos pedir, si ya tenemos de todo?

Una situación de crisis como esta debería aumentar las manifestaciones de solidaridad por nuestra parte, porque todos estamos implicados de alguna manera. Hay mil formas de ayudar, de aportar un granito de arena a este enorme desierto: operación kilo, campañas de Navidad de colegios y parroquias, donación de juguetes, voluntariado para los más activos... Todas ellas son cosas necesarias para sostener esta sociedad y que todos disfrutemos de estas fiestas.

Tomemos conciencia, impliquémonos, y vivamos una Feliz Navidad.

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