23 de diciembre de 2012

Para una feliz Navidad... ¿qué me pongo?


¡Cuarto domingo de Adviento! 

Queda apenas un día para Nochebuena y otro más para Navidad y puede parecer absurdo hablar ahora de trapitos. Si he elegido este orden de las entradas ha sido porque por lo general lo primero que hacemos en casa es decorar, y la planificación del menú y los regalos, si tenemos en cuenta mis opiniones, requerían ser publicados primero. No quiero que parezca que doy más importancia a este tema por dejarlo para la entrada más cercana a la Navidad, sino todo lo contrario: creo que merece poca atención y, por ello, no requiere antelación en los preparativos ni nada que se le parezca.

Si lo he incluido en mi serie de entradas ha sido porque conozco a mucha gente que invierte bastante dinero en ropa para estas ocasiones y me apetecía decir que no es que eso no sea lo más importante, sino que carece de importancia alguna. Una cosa es que nos arreglemos más que de costumbre, que nos pongamos la mejor camisa o los zapatos de vestir porque, sin duda, la ocasión lo merece, y otra cosa es que hagamos del ¿qué me pongo? la razón de nuestra existencia y de nuestros paseos por la ciudad. Conviene no perder el norte. 

Antes de seguir quiero dejar claro que escribo esto para familias normales, para gente como yo. No para nadie que asista a cenas de gala o formales, que las habrá, o a cotillones de Reyes de lo más selecto. Tampoco creo que esas personas me leyeran a mí, precisamente, pero por si acaso quiero aclarar esto, no vaya a ser que alguien se salte el protocolo debido a mi gran poder de convicción. Y ahora vamos al meollo de la cuestión. 

¿Realmente necesitas cosas nuevas? Es muy posible que no. Busca en el armario, seguro que tienes tops que llevaste hace un par de años, vestidos que te han visto en una sola ocasión o conjuntos que reservas para días más especiales. Nadie se acuerda de lo que llevaste hace años, y si lo ven en las fotos ¿a quién le importa? ¿No es mejor sentirse parte del grupo de consumidores responsables? A menos que vayas a una fiesta de disfraces temática, seguro que tienes cosas que ponerte. 

Nochevieja suele ser la noche que más gastamos. Ponerse las mejores galas para despedir el año y e ir de trapillo en Nochebuena a mí me parece tremendo, y os prometo que pasa, pero eso va en gustos. Entre el atuendo que compramos para no repetir y la entrada de la fiesta llegamos a la centena de euros (no he dicho "las centenas" por no ir de exagerada, pero seguro que también pasa). 

Los accesorios también son caros. Los bolsos, los collares, los zapatos... todo suma. Reutiliza los que ya tienes, pide prestado a tus hermanas, a tu madre... Si eres muy cuidadosa incluso puedes pedírselos a alguien un poco más lejano. Esos complementos suponen un desembolso grande y se usan en muy pocas ocasiones, es mejor amortizarlos bien y utilizarlos todo lo que se pueda. 

Y si no vas a salir, mejor que mejor. Un atuendo sencillo con algo especial que denote que no es un día cualquiera es la mejor opción. Tampoco hay que ir disfrazados, hay que vivir la fiesta y disfrutar de la familia. Y si tienes primos pequeños y llevas medias no vas a poder hacerlo por que no podrás tirarte por el suelo a jugar con ellos; y si vas al pueblo y te pones tacones acabarás con dolor de pies y mirando histérica por donde pisas. 

Pero esta es sólo mi opinión y por eso la cuelgo aquí, que para eso es mi blog. 

Si lo he hecho ha sido porque pienso que hay que dar un nuevo rumbo a la fiebre consumista que nos envuelve desde que se encienden las luces de Navidad de las ciudades. Hay que darse un respiro, hacer las cosas más sencillas, pensar más en los demás y ver que esa es la esencia de la Navidad. Ni más ni menos. Y todo lo demás es una excusa para reunirnos y decirnos que nos queremos: la comida, los regalos, los belenes... 

¡¡Ya queda poco!!
Os dejo, que seguro que, aunque todo sea más sencillo este año, tendréis muchas cosas que preparar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario