21 de enero de 2011

Se busca mito

¿Qué convierte a alguien en un mito, en una leyenda?

¿Qué hace que deje de ser “mortal”, por el tiempo que sea, para ocupar “puestos más altos” dentro de las escalas en las que dividimos la sociedad?

Hay libros que me hacen pasar un buen rato, que me divierten y me entretienen. En cambio, hay otros que me atrapan, que me envuelven y me transportan a otros lugares. Vuelo por encima de mi silla, como en una alfombra mágica. Ya no estoy aquí, sino allí, si es que esos términos pueden usarse para describir ese lugar del que no conozco su ubicación. Muchas veces estoy en un lugar de La Mancha… Entonces elogio a ese autor que ha sabido describir con palabras lo que muchos ni siquiera son capaces de sentir; qué digo elogio, le subo a ese famoso pedestal en el que coloco a todos mis admirados. El mío está muy concurrido…

Y eso pasa con la lectura, que desgraciadamente es una pequeña parte del ocio de nuestro país. Pero no digamos lo que ocurre con fenómenos como el cine o la música, arte cualquiera de ellos igualmente. Entonces es más fácil, bastan tres minutos de canción para saber si me ha recorrido la espalda un escalofrío. Entonces quien escribió, cantó o tocó pasa a ocupar un sitio en mi pedestal. Cuidado, haced un sitio al nuevo, que tiene mucho talento.

Bien, yo tengo mi pedestal, y cada uno tiene el suyo, pero resulta que algunas veces muchos coincidimos en subir a nuestro respectivo pedestal a las mismas personas.

Eso me choca, porque hasta donde yo sé el arte es subjetivo. Cada uno ve arte en una cosa distinta, a cada uno le motivan unas cosas, pero luego casi todos coincidimos en que Fulanito hace arte, vaya que sí, y del bueno.

¿Tiene acaso el arte un punto de objetividad?

¿Hay cosas que, universalmente son arte, y siempre lo serán?

¿Es que hay gustos universales?

¿Por qué algunos tienen la oportunidad de estar en casi todos los pedestales del mundo?

Admito sugerencias…

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