27 de febrero de 2011

Vuelvo a las andadas. Histeria.

Está en mi naturaleza, no puedo evitarlo. Es parte de mí, y al que no le guste que no mire. Yo me preocupo enseguida por las cosas. Cualquier cosita me hará estar preocupada durante un rato, a veces durante días, depende del hecho en cuestión.

Muchas veces me pongo a pensar sobre ello, y llego a la estupenda conclusión de que no soy de piedra, y por eso me pasa lo que me pasa. Otras veces no tengo tanta suerte al intentar llegar al porqué de mi estado.

El problema fundamental es que muchas veces mi preocupación no me gusta ni a mí misma, lo cual, como comprenderéis, es muy preocupante. Además hay que añadir que al no ser de piedra me he vuelto bastante vulnerable, cada vez a cosas menos dañinas pero que por el desgaste de los años han ido minando mis fuerzas, mi mente, mi capacidad de concentración, mi autoestima.

Ahora estoy preocupada porque he vuelto a las andadas.

Después de un cuatrimestre agotador, tanto física como psicológicamente, he vuelto a las andadas. Bueno, me han hecho volver, que no es lo mismo.

¿A qué día estamos? ¡Ah, sí! Estamos a 27 de febrero. Perdonen la confusión. Por el estado en que me encuentro cualquiera diría que estoy en mayo (lo que antes, en términos universitarios, era junio).

No hace ni un mes que he empezado el segundo cuatrimestre (lo que antes, en términos universitarios, debía haber sucedido justo por estas fechas) y ya estoy trabajando a niveles cuasi-profesionales, entregando trabajos como una loca, con clase mañana y tarde, prácticas en empresa y tarea(s) los fines de semana.

Pero no creáis que lo hago gratis. No, no, no, que tampoco soy tonta. Lo hago porque estos trabajos cuentan para la nota. Valen, exactamente la mitad del 30% de la nota de prácticas, la cual supone 3 puntos de la nota final. Tardo más en calcular lo que vale el trabajito en cuestión que en hacerlo. No está mal.

Así que he vuelto a las andadas, y me preocupa volver al estado de histeria en el que me encontraba hace unos meses. El cansancio también me preocupa, cómo no, pero es a base de café lo mantengo a raya. Para la histeria y el estress sólo hay una cura: vacaciones.

Pero aún no es el momento, hace años que no es el momento. Así que, como puedo, me levanto a toque de despertador de lunes a domingo para ponerme frente al ordenador rodeada de libros; anulo quedadas que estaban planeadas porque no me da tiempo; o directamente no quedo con nadie y punto, así luego no tengo que des-quedar; resumo temas; leo lecturas imposibles; avanzo dos capítulos a la semana en el libro que estoy leyendo; llego tarde a casa.

Sólo espero que valga para algo.

Sólo espero acabar muy pronto.

¿Qué otro aliciente podría tener?

(*) La foto no es mía pero me gusta mucho, incluso a veces me motiva. Es el estado en que se encuentra mi escritorio la mayoría de los días de mi vida. Los universitarios que me lean lo sabrán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario