7 de junio de 2011

Lo que pudo ser y no fue

Hace unas semanas a mis amigos de clase se le ocurrió una idea. No es que sea nada especial querer celebrar el fin de exámenes saliendo por ahí, pero la verdad es que lo hacemos poco, porque cuando llegamos al final del mes de enero o de junio no podemos con la vida, así que nunca salimos el mismo día que terminamos, ni nos quedamos hasta tarde, hasta cerrar los bares, porque llevamos tanto tiempo de carencia de sueño que lo apreciamos mucho más que cualquier otra cosa. 

La idea en principio no era muy novedosa: cenar un un sitio magnífico donde te inflas (literalmente), está todo muy bueno y es muy barato, y luego ir a bailar hasta que el cuerpo aguantara. Lo que pasa es que mis amigos se tiraron un farol y decidieron invitar a toda la clase. Yo sé que hay gente que estará pensando que eso tiene bastante sentido... es normal celebrar el fin de exámenes, y el fin de la carrera, con la gente con la que llevas seis años compartiendo desayuno (en la cafetería), comida (en clase, un tupperware) y cena (las llamadas a las 21.30 para ver qué narices hay que contestar en la práctica que hay que entregar mañana). Lo que pasa es que en mi clase nadie se esperaba eso. 

Nosotros no somos amigos. Somos compañeros. Pero no porque lo hayamos decidido así, es que es algo inherente a nuestros estudios. No puedes pretender entrar en el mejor despacho de abogados o en la mejor consultora de España haciendo amigos. Es un hecho. Por eso en clase hay que dividir a la gente en una escala: los amigos (escasos), las personas que te caen bien, aquellos a los que prefieres no cruzarte y las personas a las que directamente, no soportas. 

Nosotros no salimos juntos, nunca. Los pequeños grupos que se han formado en clase se van de cena por separado y con nocturnidad y alevosía, sin avisar, sin mandar un correo ni decirlo en clase. ¿Porqué? Pues porque si no nos soportamos en clase, donde no hay que hablar de nada personal, sólo escuchar al profesor y tomar apuntes, ¿cómo vamos a ir a un bar? ¿Qué hacemos? ¿Nos miramos las caras? En ese caso consumiríamos más alcohol del recomendable... 

Nosotros no nos dejamos apuntes. Cuando alguno tiene algo que le han prestado lo deja a los más íntimos, al círculo de confianza, y hace jurar a esas personas sobre el Código Civil que no se lo pasará a nadie más. Cuando alguno hace resúmenes ni lo comenta, y cuando alguien pregunta "¿cómo estás estudiando esta materia?", hay que responder con un elusivo "ya sabes... me leo la ley, uso los apuntes de clase... pero vamos, ni idea, porque es chungo". 

Y aún así, por una vez en la vida y porque al ser la última es imposible sentar precedente, decidieron decirle a toda la clase que íbamos a salir para celebrar el FIN. Lo hicieron por cortesía, porque siempre cabe la esperanza de que digan que no, que no se van a sentir cómodos. Pero dijeron que sí. 

Así que allí nos plantamos, casi 30 jóvenes recién licenciados (algunos casi casi), cenando, riendo, recordando anécdotas, cambiando nuestros lugares de asiento cada X minutos para poder hablar con todo el mundo, bailando, preguntándonos qué íbamos a hacer ahora. Como si nada. 

Yo entablé conversación con una persona de la que desconocía que tuviera la facultad de hablar, y fue una conversación de verdad, de esas que tienen preguntas, respuestas y risas entre medias. Bromeé con chicos de clase con los que apenas había cruzado un "hola" en toda la carrera, puede que fuera por prejuicios, o porque su forma de comportarse conmigo y con mis amigos no me convenciera del todo, pero el caso es que anoche parecía que todo se había olvidado. 

Anoche éramos un grupo de amigos. De esos que llegan a la discoteca y acaparan con un círculo enorme media pista de baile. Y yo no pude por menos que preguntarme, ¿por qué no ha sido así estos últimos seis años? ¿Por qué nos hemos gritado, nos hemos pegado por apuntes, hemos discutido por trabajos y prácticas? ¿Por qué no te has sentado a comer en mi mesa cuando ibas a comer solo porque ninguno de los tuyos vino ese día a clase? ¿Y por qué yo prefería dar la vuelta al edificio entero en vez de encontrarme con vosotros y preguntaros qué tal el día?

Nunca sabré lo que pasa cuando 30 personas de una misma clase se mueven al unísono, ni lo que sería llegar a clase y sonreír a todo el mundo para desearle buenos días. Y aunque soy consciente de que mucha de la gente que nos acompañó anoche no es, ni por asomo, lo que yo considero una buena persona, me gustó mucho ver que por unas horas éramos una clase un poco unida.

2 comentarios:

  1. Gente o personas. Seres sociales o seres capaces de compartir algo más allá que intereses. Vivimos en tiempos grises, tiempos en los que prevalecen los aparatos -vida digital- antes que la calidez de la conversación, el Me gusta y añadir a decenas de personas -¿meros perfiles?- en el feisbu por el mero hecho de que un filtrado en la base de datos indica que hay ciertas compatibilidades.

    Siempre han prevalecido los grupos pequeños dentro de los grandes, en todas partes desde un partido político a un aula de cualquier tipo, pero el efecto se va intensificando cada vez más al ritmo de una era en la que está por encima el individualismo y el todos contra todos.

    Recuerdo mi último año como estudiante; me cuesta creer que ya han transcurrido tres años desde entonces. En aquel curso éramos ocho, y el ambiente se asemejaba mucho al que comentas. A lo largo del curso nos mantuvimos en dos o tres grupos que prevalecieron una vez terminado el año. No había unidad prácticamente para nada; no hubo cena de despedida, ni viaje de fin de curso, ni tan siquiera nos pusimos de acuerdo para una orla. Meses o años más tarde nos hemos encontrado y toda efusividad se ha reducido a un saludo cordial y a un difuso compromiso inconcreto de quedar un día para tomar café. Supongo que como no hay ningún interés específico, a nadie le interesa malbaratar su tiempo de esa manera -psss... teniendo la red...-.

    En fin, como escribí hace unos meses, me empezaré a preocupar el día en que no me quede nadie con quien compartir unas cervezas mientras tratamos de arreglar el mundo.


    Gracias por esta gran reflexión. Un abrazo enorme!

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  2. Gracias por añadir tu opinión a estas tres entradas. Lo valoro mucho, y además comparto absolutamente el último párrafo.

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