12 de junio de 2011

Pic-nic

Ahora que veo que la vida a veces te lleva por caminos desconocidos es cuando me empiezo a preocupar por todas las veces que no di una oportunidad a mi instinto. El "¿qué hubiera pasado si...?" me asalta a cada paso, y vistos los acontecimientos es normal que me lo pregunte y que me arrepienta de ese instante en el que me mantuve firme. 


Caminaba yo por un parque por el que nunca jamás camino. Perdida o sin encontrarme, en territorio no conquistado aún por mis pies. En medio de mis pasos vacilantes cruzo un camino lleno de gente paseando. Ellos sí saben a dónde van, afortunados... Yo sólo cruzo de una zona de césped a otra con la esperanza de ubicarme. 

De pronto algo dentro de mí me hace volver la cabeza. Mi mirada se posa sobre varias personas que caminan en mi dirección, un grupo heterogéneo tan grande como mi campo de visión. Entre ellas alguien que me suena. Alguien que hace que el acto de volver la cabeza de nuevo sea un acto reflejo, un acto de instinto, inexplicable. Claro que le conozco. 

Giro mi cuerpo completamente para saludarle porque él no me ha visto. Empujo mi cuerpo hacia él como por inercia. Sorpresa en su cara (¿la misma que la mía?), dos besos, ¿qué tal?, ¡qué sorpresa verte por aquí!, ¡ah! veo que me traes una tarta. En este momento pierdo los papeles completamente en forma de risa estúpida. Qué bien, por si acaso aún dudaba que sigo siendo una niña. 

Señala a un chico que ya se ha adelantado, un amigo que le acompaña y que ha continuado andando, así que sigue su camino. Yo sigo el mío, o lo que creo que es el mío, así que acabo de cruzar hacia el otro lado. Ya es oficial: mi día se ha echado a perder, ya no hay manera de pensar en otra cosa. 

No me giro para ver si él se gira, porque eso es indicativo de que me gusta, y si él también se girara sabría lo que hay, y yo no quiero eso. Así que sigo mis dudosos pasos dignamente, así si él se gira sabrá que yo le gusto, pero no que él me gusta a mí. 

(...)
- ¿Qué has hecho esta mañana?
- He ido al parque, y no encontraba el sitio donde había quedado con mis amigos y..., ..., sí, y después de eso alguien ha gritado mi nombre, estaban ahí mismo, así que hemos empezado el pic-nic. 
-¿Después de qué?

2 comentarios:

  1. Aprovecho estos últimos minutos en el trabajo para escribirte unas líneas.

    Hay quien dice que más vale arrepentirse de lo hecho, que hacerlo de lo que se quedó en el intento, ya que en este caso al menos te queda la incertidumbre de que no tuvo porqué no funcionar. Yo no tengo una regla fija, y lo cierto es que tengo tantos errores de los que arrepentirme como actos que se quedaron en el ridículo condicional "y si...". Por otra parte nunca, o casi, se cierra una puerta para siempre, o tal vez se cierra pero acaba abriendose otra más adelante. Tan curiosos como extraños son todos y cada uno de los caminos posibles.

    Respecto al comentario que has dejado en mi blog esta mañana, como, aunque ejerzo de informático, me considero de letras y los números nunca fueron mi fuerte, prefiero evitar echarle cuentas. Me alegra saber que tu tambien tuviste tus pinitos literarios con una máquina de escribir. No son muchos quienes me rodean y disfrutan llevando palabras al papel, y además de entre estos, no sé si por pereza o por cuestión generacional, son fieles desde sus principios al teclado plano y la pantalla cuadrada. Yo también tengo por ahí un texto escrito a máquina que tuvo la pretensión de ser una pequeña novela, pequeña de unas 20 páginas como mucho. Está en casa de mis padres -o la que fuera mi casa- y hace mucho que le perdí la pista, aunque lo supongo entre los libros, en cualquier estantería. Fue durante un verano, cuando tenía nueve o diez años, y llegó a ilusionarme tanto que hasta me entretuve en hacerle una modesta encuadernación con una cartulina azul. La última vez que la tuve en las manos, hace varios meses, un primer impulso me llevó a mirarla con la mentalidad de los 27 años, y me pareció tan exageradamente sencilla como infantil. Leída más detenidamente -y con menos prejuicios- no estaba tan mal. Además, con independencia de los resultados me alegra mirar atrás y encontrar en mi biografía cosas como esa.

    Por cierto, ¿no habías terminado ya el curso? ¿Cómo es que aún estás repasando?


    Un gran abrazo



    PD: ...Me dejarías leer ese relato? :)

    ResponderEliminar
  2. ¡Hola Corso! Respecto a lo de mis exámenes, me quedaba uno muy pequeño que he hecho hoy, así que ahora sí que sí.

    Y respecto a lo de mi relato... no! jajajaja. Aunque he de confesarte que me ha pasado como a ti: creo que no está tan mal. Conozco niños de la edad que yo tenía cuando lo escribí y me he quedado alucinada por que no les veo escribiendo eso (ni escribiendo nada). He de decir que era un poco "gore" porque me cargaba hasta al apuntador... jajaja. Así que supongo que además de ser de otro planeta estoy de psicólogo.

    No es que me de vergüenza... es por si me pisas mi argumento de fantasmas asesinos, jajaja! Aunque pensándolo bien... quizá algún día acepte un trueque. :D

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar