8 de agosto de 2011

No está mal por ahora

Ya van casi dos meses de vacaciones... y lo que se dice descansar sólo he descansado veinte días. O esa es la sensación que tengo.

El resto de los días he aprendido...

... a esperar pacientemente el goteo de los resultados del año. Como el hortelano que inspecciona sus cultivos cada día en busca de frutos maduros, igual. Solo que lo de ser paciente no es mi fuerte, sobre todo cuando sé que mis profesores tienen un número X de días para corregir, y al final me dan la nota en el día X+15.



... a no llorar por lo que no merece la pena. Ni una lágrima ante un pasado que durante un tiempo ha sido mi pesadilla. Que se acaba la universidad, pues que se acabe, que les zurzan a todos. Mi madre asistía emocionada a la apertura del último correo electrónico que venía de la universidad, la última nota. ¡Por fin! Ni una lágrima salió de mis ojos, pues sí, están las cosas como para derrochar agua. Ella estaba bastante sorprendida porque yo lloro enseguida por lo que sea. Siempre me imaginé que lloraría mucho cuando me dieran el "ya estás aprobada, ahora búscate la vida", pero no ha sido así. Gracias a Dios.

... a valorar lo que tengo. En casa hemos reformado el cuarto de baño, una obra que se ha extendido durante diez largos días. Es difícil hacer eso cuando solo tienes un servicio. Estoy acostumbrada a la comodidad de tener un cuarto de baño completo, con todas mis cosas, a poder lavarme el pelo cuando quiero, a mirarme al espejo cada media hora si me da la gana. Es difícil hacer todo eso cuando tu cuarto de baño, tu pasillo y tu casa entera parecen una trinchera. Me he dado cuenta de todas las comodidades que estoy acostumbrada a disfrutar sin apreciarlas, y aunque sigo en mis trece y sigo adorando mi cuarto de baño, ha sido una experiencia (en cierto sentido, y sin ofender a nadie) difícil.

... a cocinar, limpiar, a recibir a la familia... Ha habido largos periodos de visitas en mi casa. Cenas para 14, para 16 personas, comida para 9 durante una semana, camas, sábanas y toallas para todos... Una locura. Mi madre es una gran anfitriona, y mi abuela lo ha sido siempre. Ahora me tocaba a mí ayudar a mi madre porque la salud de mi abuela ya no es tan buena, así que entre ella y yo, cada una por un lado, llevamos desde que estamos de vacaciones cocinando, limpiando y fregando a tiempo completo.

El resto de parámetros de medición de lo buenas que son las vacaciones para cualquiera permanecen a cero en mi marcador:
0 fiestas
0 conciertos
0 salidas a los bares de moda
0 excursiones alocadas con los amigos
0 desparrames

Lo bueno es que lo que para mí son unas buenas vacaciones no es lo mismo que para el resto, yo nunca he sido cualquiera. Y aunque no puedo evitar decir que durante algunos días me he aburrido como una ostra y he querido no volver nunca más a tener vacaciones "familiares", he de decir que he disfrutado de:
1 abuela enseñando hasta al barrendero la foto de su nieta graduada
9 libros excepcionales
1 película de cine independiente
2 éxitos de taquilla
5 gin-tonics en casa con mi padre
9 gazpachos hechos por mí (dos de ellos con mi prima pequeña de Francia, a la que adoro)
y 1 receta nueva para el pollo que ha impresionado a mis padres.

Aún no han acabado mis vacaciones, pero hasta aquí esto es lo que hay. No está mal por ahora.

3 comentarios:

  1. Hola Gijón!

    Qué ganas tenía de verte de nuevo por estos páramos.Veo que no has perdido el tiempo en estas semanas. Espero que esas lecturas vayan apareciendo por aquí por a poco. No sé cuando, pero ya iré sacando tiempo para ponerme con todos esos libros.

    En el apartado de las reformas en casa... te aseguro que te puedo dar el pésame como solo puede hacerlo quien ha pasado su infancia y juventud en una zona rural y con un padre constructor empeñado en tener siempre trastos por medio y algún proyecto en marcha. De hecho, de esos años saqué una muy provechosa lección: salvo que sea imprescindible no pienso complicarme la vida jamás en reformar algo si lo necesita. Una casa, un hogar, es para vivir, para descansar y apartarse del mundo. Sin embargo, maldita contradiccíon, yo me apartaba de mi casa por estar mas agusto fuera que dentro.

    Tras una primera semana -muy muy mejorable- de vacaciones, en esta segunda marcho unos días a El Ejido en Almería. La costa no atrae mucho, pero al menos me aparto de esta sartén que es Jaén.

    Un abrazo y bienvenida :)

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  2. Corso, te deseo una feliz semana de vacaciones lejos de la sartén. Descansa y disfruta del tiempo libre. Y muchas gracias por estar dándolo todo con las entradas de El cuento de nunca acabar...
    ¡Un abrazo!

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  3. Ya hace casi una semana que regresé, a mi pesar, al calor, al trabajo y a la rutina. Sin duda mereció la pena y, como no podía ser menos, acudo a alegar lo que todo el mundo: que me hubiera gustado alargarlo un poco más (¿o tal vez no regresar...? No lo sé.)

    En cuanto a ese agradecimiento, no creo que tengas por qué agradecerme nada. Con esos comentarios intento aportar un dato, un punto de vista, una referencia... con tal de completarlo un poco, pero no creo que posean gran importancia, ya que dejas el listón bastante alto y además (pardiez!) reconozco que en lecturas y mundo, a pesar de que me permito suponer que tengo algunos años más que tu, me superas con creces. El mérito realmente es tuyo, y si alguien tiene algo que agradecer somos tus lectores por los ratos que nos brindas.

    Un fuerte abrazo

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