26 de enero de 2012

Lo que ha cambiado mi vida en un año, a la luz de una gripe

El efecto de algunas pastillas es espeluznante. Un día de fiebre, una tarde entera tumbada en el sofá sin hacer ningún tipo de movimiento, ni siquiera queriendo, una pastilla recetada por la doctora, y al día siguiente al trabajo de nuevo. Lo que yo digo, espeluznante. 

Aunque hay cosas que me dan más miedo aún, como por ejemplo saber que me tomé las pastillas consciente de que al día siguiente estaría bien, porque a mí las enfermedades siempre me duran poco, y sabiendo que me tocaría volver a la oficina sin remedio. ¿Hubiera hecho eso el año pasado, cuando al día siguiente me hubiera tocado volver a clase, a esa cueva de fieras y domadores de circo? Seguramente no, y hubiera dado gracias a Dios por concederme un día de permiso. Y aunque soy buena gente y estoy por apostar que me hubiera tomado las pastillas, en cualquier caso hoy me hubiera quedado en casa comprobando la consabida efectividad de los medicamentos. Lo que es la vida... 

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