16 de febrero de 2012

En la puerta de la Torre


La zona de Madrid con más trajes por metro cuadrado está a las puertas de la Torre, y allí la vida es otra cosa. 

En la zona de Madrid con más trajes por metro cuadrado abundan las carreras, las prisas nerviosas; tacones altísimos y bailarinas se mezclan por igual, unos para salir a la calle y estar presentable, las otras para salir a la calle y poder andar tranquila por el Metro. Cualquier razón es válida y ver un zapato plano se aplaude mentalmente como si se tratase de una nueva conquista femenina, la lucha contra la tiranía. 

En la puerta de la Torre se ven chicas y chicos con vaqueros que acompañan a chicos y chicas trajeados: han venido a compartir el sandwich rápido con sus parejas, a verse un rato antes de que el otro desaparezca por la puerta giratoria hasta vaya usted a saber cuándo. Por que eso es así, sabes a qué hora entras, pero nunca a qué hora sales. Y los de los vaqueros se van a sus casas a comer. Ya se han visto un poco y el día ha mejorado. 

En la puerta de la Torre sucede igual que en los aeropuertos y en la boca del Metro: quien sale busca desesperado un teléfono móvil, marca, y se lo lleva a la oreja mientras no deja de caminar con ese aire de "esto es urgentísimo, de vida o muerte". Otro rasgo en común con las madrigueras del transporte es que quien sale de allí lo hace corriendo, con el pitillo en una mano y el mechero en la otra, para encenderlo en cuanto se sienta la primera ráfaga de aire y aspirar el humo lo más fuerte que se pueda. 

En la zona de Madrid con más trajes por metro cuadrado hay tanto traje que casi no se ve lo que hay debajo. A veces se intuye cuando alguien te sujeta una puerta para que pases; y se palpa cuando abrazas al ser querido. El resto del tiempo se ven uniformes andando, caminantes uniformados con prisa, prisa impedida por un vestido que vuela o unos tacones que agotan; y mucho agotamiento. Aunque como llevan traje eso casi no se nota. Van muy bien vestidos. 

2 comentarios:

  1. Casi sin palabras :)

    Me ha gustado mucho esta perspectiva que muestras, analizando esa realidad sin perder en ningún momento un tono literario que hasta parece querer mostrarlo como el decorado de una película -o incluso de una obra teatral, no sé qué le pega más-, y no como un día a día tan normal y corriente para tanta gente. Se dice que el hábito no hace al monje... pero quizá tampoco se pueda ser monje sin el hábito.

    ¿Cuánto puede variar el enfoque de algo, incluso para bien o para mal, según lo interpretes?

    Hay un fragmento de La flaqueza del bolchevique en Youtube, que si no me equivoco está ambientado no muy lejos de estos parajes de los que hablas.Tus palabras me lo han recordado. Aquí te lo dejo:

    http://www.youtube.com/watch?v=rqPYJ1jdWNw


    Un fuerte abrazo!

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    1. Estoy de acuerdo contigo en que no se puede ser monje sin el hábito... en la mayoría de los casos el hábito ya acompañaba a estos monjes desde antes de entrar en la Torre. Particularmente, adoro esos trajes y me gustan todos, pero no lo que representan ni los sacrificios que me supondrían si yo los llevara.

      Efectivamente, el fragmento está rodado en la zona.
      [Ahora ella es mucho mejor actriz, ¡cómo hemos cambiado!]
      ¡Un abrazo!

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