3 de septiembre de 2012

Voy a decir una cosa que creí que nunca diría

Me gustaría estar preparando la vuelta al cole. 

No, no estoy nostálgica perdida, o quizá sí. Tampoco he cancelado mi promesa de abofetear al próximo que me diga "ya echarás de menos tu época de estudiante". Simplemente estoy cegada por los colores de los lapiceros, bolígrafos, rotuladores y cuadernos, metidos en sus cajitas, de colores también, mirándome desde las hileras de los grandes almacenes y desde la estantería que hay tras el mostrador de la papelería de mi barrio. Puntas arriba. Me tientan y me llaman. 


No los necesito, ya no, aunque en casa sigo escribiendo y utilizo los mismos colores que si siguiera tomando apuntes, las mismas pautas, los mismos códigos de prioridad. Pero ahora llevo un estuche en el bolso por si acaso, porque en realidad me sobra con un boli suelto siempre que tenga tinta, y antes lo llevaba porque aquello era importante para mí, porque mis apuntes eran mis tesoros y los hacía con esmero. 

Me miran desde lo alto y apenas los toco. Subidas salvajes aparte, siempre me han parecido cosas caras y por eso las he cuidado mucho una vez que las he metido en mi estuche; ahora no me hacen falta porque tengo provisiones en casa y, para lo que hago, me sobran. Caer sería un arrebato consumista del que luego me arrepentiría. 

Pero reclaman mi atención desde hace muchos años, desde que era muy pequeña y llevaba pinturas, pegamento y tijeras encima, desde antes de que la profesora decidiera que ya estaba lista para pasar al bolígrafo. Por eso algunas veces abro la caja donde guardo mis reservas, de donde saco el boli nuevo cuando el otro se gasta, y miro mis tesoros. 

A lo mejor sí estoy nostálgica esta tarde. 

2 comentarios:

  1. Un lustro después de mi último septiembre entre apuntes y clases todavía me resulta imposible escapar del amago de nostalgia propio de la vida del estudiante, dejando a un lado los dos últimos años que forzosamente hube de dedicarle. Más que el despliegue de colores yo destaco de cada inicio de curso los olores que lo caracterizan, el del papel de los libros de texto, el del plástico para forrarlos, el de las clásicas gomas Milán Nata y los lápices Staedtler, el del estuche...

    A veces pienso que gustoso volvería a primaria, a sabiendas incluso de cuantos vaivenes, tropiezos y complicaciones habrían de llegar más tarde.

    Gracias por la reflexión. Un abrazo.

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  2. YO ESPERO CON LA MISMA ILUSION LA VUELTA DE MIS ESTUDIOS SUPERIORES CON LA COMPRA DEL CORRESPONDIENTE MATERIAL. SI ESQUE SOY MUY PAVA JAJAJ
    QUE SE LE VA A HACER!

    * LE JOURNAL DE PRADA*

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