Hay cosas que no están hechas para mí:
Llevar un moño mal hecho fuera de las paredes de mi casa.
Pintarme las uñas de colores oscuros, o incluso fluorescentes.
Esclavizar mi vida con las tiranías de las modas, como el tinte de pelo.
Tirar el armario abajo cada temporada.
Olvidarme de las cosas porque no las apunté en ningún sitio.
Llegar tarde.
Comer a la hora de la merienda.
Salir por la noche con tacones.
No abrocharme el cinturón de seguridad en el avión.
Y sin embargo me gusta el aire que lleva toda esa gente que parece no vivir angustiada por nada, esos que se ríen de ti porque, a su modo de ver, tú te tomas la vida muy en serio. Me gusta esa tranquilidad, como si nunca les fuera a pasar nada...
Me gustaría mucho no preocuparme cuando no tengo tiempo para entregar el enésimo trabajo de la facultad, cuando no llego a tiempo, cuando no me he acordado de llevar el paraguas en el bolso, cuando no he salido de casa con dinero suficiente... Pero me preocupo, porque me gusta cumplir con mis obligaciones, llegar puntual, no mojarme con la lluvia y no deber dinero a nadie.
Por que si los de más arriba no se preocupan y pueden ir tranquilos por el mundo, es porque alguien del párrafo anterior se ha preocupado de cargar con algo que ellos van a pedirle luego. Así es la vida.
A veces, la histeria en la que vivo tiene sentido.
Y es cierto. Y es trampa. Porque allá tú con tus horquillas y tus resfriados. Pero esa gente que parte de que si esperan lo suficiente tú te habrás ocupado de que todo esté hecho un día se despertarán y alguien les estará prendiendo fuego a lo bonzo.
ResponderEliminarO igual no, pero lo desea.
Y prefiero agobiarme porque tengo que ir al cajero que dar motivos a los demás para desearme mal. Ya hay suficiente gente deseándome mal sin que les dé motivo alguno.
PD: Y eso que yo soy de comer a las 5 de la tarde, no peinarme ni para las bodas, no usar paraguas aunque me cueste una pulmonía, y olvidarme de todo.
ResponderEliminarPero oye. Lo apunto. Que algo es.