19 de octubre de 2011

El proceso de Kafka en el Centro Dramático Nacional

Cuando una amiga abogada me dice a mí, abogada también, que si vamos a ver El proceso de Kafka al teatro, sólo hay una respuesta posible. ¡Sí! Porque para más inri, resulta que adoro el teatro.

Cuando llegas a la puerta del teatro y te dan el programa, y descubres que el elenco tiene nombres alemanes empiezas a alabar al sistema educativo alemán, que les ha criado bilingües a base de mucho esfuerzo. Luego sigues leyendo hasta una frase que dice: idioma alemán, sobretítulos en castellano. Bien, al fin y al cabo no es más que ir al cine como Dios manda, y no es tan distinto de la ópera. Yo en el teatro no me desanimo ni queriendo.

Lo que pasa es que luego se abre el telón y comienza la magia. Crees que no te importará que sean tres horas de representación en alemán, pero eso es algo que al principio sólo intuyes. Lo que no sabes es que saldrás de la sala con los ojos como platos, que te emocionará increíblemente y que querrás escribir una entrada en tu blog para contarle a todo el mundo que no has visto nada igual, y que puede que nunca vuelvas a verlo. No me gustaría que pensarais que voy de intelectual por la vida, y que me estoy tirando el pisto con este tema, así que si os quedáis más tranquilos podéis pensar que soy rara. 



Representaron El proceso en el Centro Dramático Nacional (Teatro Valle-Inclán) en la plaza de Lavapiés. La compañía trajo consigo una escenografía vertical que no me atrevo a comentar por miedo a chafarle a alguien la oportunidad de ver semejante cosa en directo, algún día.

Actores y actrices, andróginos todos ellos a más no poder, unidos en la causa de Josef K., inolvidable protagonista que se ve arrestado y juzgado por unos cargos que desconoce por completo y que nadie parece capaz de desvelarle. ¿Qué ha hecho K. para que le apresen? ¿Quién le ha calumniado? ¿Qué puede hacer en este proceso? ¿Cómo va a salir de las garras de la Justicia?

En esta obra se dan cita las caras más feas del sistema judicial: el enchufismo, la burocracia, la irracionalidad, lo incomprensible, la injusticia, la dilación... Todo junto forma una metáfora en la que a Kafka no se le pasa nada, no se deja nada en el tintero. ¿Hay algo detrás de esos diálogos absolutamente delirantes y sin sentido? Para un abogado sí, os lo aseguro. Todo cobró sentido delante de mis ojos y vi como esa aparente sinrazón no era más que la razón más absoluta. Me sorprendía a mí misma asintiendo a muchas de las afirmaciones de los protagonistas. 


Desde el sábado, día que asistí al teatro a ver esta obra, tengo clavada la espinita de leer el texto original que Kafka escribió y analizar hasta qué punto ésto que vi era una versión. Mientras tanto sigo pensando en los personajes y en los diálogos... parece mentira. 


La mala noticia es que sólo se representó en el Centro Dramático Nacional los días 14, 15 y 16 de octubre. La buena es que el teatro nunca caduca, y aunque la escenografía cambie de una compañía a otra la esencia del texto permanece intacta, por mucho que pase el tiempo. 

El Proceso de Franz Kafka
Dirección y Escenografía: Andreas Kriegenburg
Producción: Münchner Kammerspiele

No hay comentarios:

Publicar un comentario